
Yoga (en sánscrito yuga, 'yugo'), uno de los seis sistemas clásicos de filosofía del hinduismo. Se diferencia de los otros por proporcionar el control del cuerpo.
El yoga plantea como doctrina que mediante la práctica de ciertas disciplinas el ser humano puede alcanzar la liberación de las limitaciones de la carne, el engaño de los sentidos y las trampas del pensamiento y, por tanto, alcanzar la unión con el auténtico conocimiento. Tal unión, de acuerdo con su doctrina, es el único camino verdadero de entendimiento.
Para la mayoría de los yoguis (nombre que reciben quienes practican el yoga) el objeto de conocimiento es el espíritu universal, el Brahma.
Una minoría de yoguis no creyentes buscan el autoconocimiento perfecto autónomo en lugar de aspirar al encuentro con Dios.
En todo caso, el fin radica en el conocimiento y no, como se supone en general, en realizar pruebas de ascetismo, clarividencia o la generación de milagros. De hecho, la doctrina del yoga no aprueba el ascetismo doloroso e insiste en que la preparación física y mental no debe ser utilizada como exhibición, sino como un medio para fines espirituales.
La práctica del yoga forma una escalera que lleva al conocimiento perfecto.
Uno: autocontrol (yama); supone veracidad, abstinencia, evitar el robo, la negación de los obsequios y no cometer perjuicio contra las cosas vivas.
Dos: observancia religiosa (niyama); implica adoptar la austeridad, la pobreza, los ritos de purificación, el recital de los himnos védicos y la confianza devota en el Ser Supremo.
Tres: las posturas (āsana), de las que hay gran número; son consideradas como básicas para todos los escalones que siguen.
Cuatro: regular la respiración (prānāyāma); supone alterar su profundidad y ritmo, respirando a través de cada ventana de la nariz a voluntad, y la suspensión virtual de la respiración.
Cinco: reprimir los sentidos (prātyāhāra); significa apartarse de los objetos externos y la lógica vuelta de la mente sobre sí misma.
Seis: la estabilización de la mente (dhārāna); centrando la atención sobre una parte determinada del cuerpo, como el ombligo, el extremo de la nariz o el centro de la frente, y de este modo volver a la persona insensible a la perturbación externa.
Siete: meditación (dhyāna); consiste en fijar la mente sobre el objeto de conocimiento, en particular Brahma, hasta la exclusión de cualquier otro pensamiento.
Ocho: la contemplación profunda (samādhi); entraña la absorción perfecta del pensamiento en el objeto de conocimiento, su unión e identificación con ese objeto.
La consecución del samādhi libera al yo de las ilusiones de los sentidos y las contradicciones de la razón. Es un pensamiento que ha ido más allá del razonamiento, logrando su objetivo mediante su propia negación. Desemboca en una iluminación interna, el éxtasis del genuino conocimiento de la realidad.
El último escalón, en la doctrina del yoga, raramente se puede alcanzar en una única vida.
Se suele afirmar que se necesitan varios nacimientos para lograr la liberación, primero del mundo de los fenómenos, después de los pensamientos de sí mismo, y por último de la confusión del espíritu con la materia.
La separación del espíritu de la materia es Kāivalya, o la verdadera liberación.
Cuando los expertos yoguis se aproximan al Kāivalya, se supone que adquieren ciertas capacidades notables.
Llegan a ser insensibles al calor o al frío, al dolor y al placer o al sufrimiento.
Pueden realizar hazañas sobrenaturales, mentales y físicas, e incluso cambiar el curso de su naturaleza.
Pueden distinguir los elementos más sutiles de la materia y son capaces, al mismo tiempo, de contemplar el Universo como un todo, abarcando el microcosmos y macrocosmos en el mismo pensamiento.
Los aspirantes, en el yoga, pasan una selección de prácticas para adaptar sus capacidades y su entorno.
Muchos de los yoguis y casi todos los devotos occidentales son practicantes del hatha (o yoga físico), el sistema básico que está relacionado con el desarrollo de esos controles corporales a los que siguen todos los demás.
Los otros sistemas difieren sobre todo por los variados énfasis puestos sobre las distintas fases de la práctica del yoga.
Quizás el sistema más popular en India es el bhakti (devoción). Este sistema subraya los dos primeros estados de la disciplina del yoga, que son el autocontrol y la observancia de los principios éticos.
Otros importantes sistemas de yoga son el mantra y otros ensalmos; el karma, el camino del trabajo y servicio; y el jnana, la vía del intelecto. La combinación formada por los yogas bhakti, karma y jnana se llama yoga raya (real).
Las doctrinas y prácticas del yoga datan del periodo de los Upanisad. El Maitrī Upanisad, en concreto, bosqueja las prácticas esenciales del yoga, que fueron elaboradas y organizadas sobre una base filosófica en el Sutra del Yoga, obra del siglo II a.C. del sabio indio Patanjali, quien es considerado el fundador del yoga.
Patanjali tomó su doctrina del Sāmkhya, el más antiguo de los sistemas clásicos de la filosofía hindú.
Para explicar la evolución, proponía relacionar y conjugar el concepto de Dios (Iśvara) con la perspectiva atea del Sāmkhya.
Este concepto no es una parte propia de la doctrina del yoga; algunos expertos consideran en realidad que está en contradicción con el resto del sistema.
En ningún caso el yoga, a diferencia de otros sistemas de filosofía hindú, ha subordinado la doctrina al refinamiento de la práctica.
Como un sistema de práctica, el yoga ha sido desde el principio uno de los rasgos más influyentes del hinduismo.
La gran influencia del yoga, por otra parte, puede advertirse en el budismo, que también es notable por su austeridad, y por sus ejercicios espirituales y sus estados trascendentes.
En los últimos años los ejercicios de yoga han sido recomendados por algunos expertos en salud como un medio para despojar el cuerpo de impurezas, reducir peso, tonificar los nervios y músculos y, en general, mejorar la salud y prolongar la vida.